Un soltero y un bebé by Kristine Rolofson

Un soltero y un bebé by Kristine Rolofson

autor:Kristine Rolofson
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2018-05-25T09:01:22+00:00


7

A Bree le encantaba el cochecito, parpadeaba ante el sol, movía los pies como si creyera que podía caminar e incluso toleró el gorro de algodón que Kim encontró en la bolsa y que le colocó sobre la cabeza.

—Mi hermana me regañaría si se quemara —aprobó Stuart.

—Deberías llamarla —indicó ella—. Contarle dónde estamos y cómo se encuentra su hija.

Lo hizo. Sacó el pequeño móvil del bolsillo de la camisa, pero al no obtener respuesta, tuvo que dejar un mensaje en el buzón de voz de su hermana.

—Hemos parado a ver la Roca. Nos vemos luego.

—¿Eso es todo?

—¿Qué debería haberle dicho?

—Algo más tranquilizador. Déjale otro mensaje para que no se preocupe.

—Es lo único que hace Payne. Preocuparse —pero apretó la tecla de rellamada, esperó un momento y dejó otro mensaje—. Todo está bien —habló al auricular—. Estamos paseando por Plymouth para darle a tu hija un descanso del coche y educarla en el nacimiento de la nación. Tomó un desayuno excelente y lleva puesto el gorro. Ya está —cerró el teléfono—. ¿Te sonó lo bastante tranquilizador?

—Sí —le entregó al bebé, quien le dio un tirón de oreja.

—Ay —se quejó mientras acomodaba a Bree en el cochecito. A esta no pareció importarle—. ¿Crees que va cómoda?

—A mí me parece que sí. Colócale las correas si no quieres que resbale. La de abajo va entre las piernas.

Cuando su sobrina pareció segura, se irguió y asió los manillares del cochecito. Lo enfiló hacia el agua del otro lado de la calle y comenzó a caminar.

—Tengo una familia muy extraña, ¿sabes?. Nos bautizaron en honor de estrellas de cine —le informó—. Payne por John Payne, uno de los actores favoritos de mi madre. Temple por Shirley Temple, desde luego. Y yo en honor de Jimmy Stewart, pero mi madre lo escribió mal en mi partida de nacimiento.

—¿Es cierto? —no sabía reconocer cuándo bromeaba y cuándo hablaba en serio.

—Sí. Mi madre era… es… una mujer bastante dulce, pero con el cerebro de un mosquito.

—Eso no es…

—¿Amable? —concluyó por ella—. Mi madre, la hermosa Genevieve Marie Gouget Thorpe, no prestó mucha atención a sus hijos después de que nacieran, salvo para decirle a la niñera dónde tenía que comprarnos la ropa. Ahora tiene más de sesenta años, pero prefiere estar con hombres a los que dobla en edad, más jóvenes que yo, debo añadir. Con algunos de ellos se ha casado.

—Oh —trató de imaginar a su propia madre con un hombre de treinta años, pero no pudo visualizar a Emily Cooper haciendo algo remotamente embarazoso.

Cruzaron la calle, luego se dirigieron hacia la Roca de Plymouth.

—¿Tus padres llevan divorciados mucho tiempo? —le preguntó.

—Sí. Vendieron la casa de Newport hace años y siguieron sus caminos separados. Mi padre pasa la mayor parte de su tiempo en Las Vegas.

—¿Creciste en Newport? —no sabía qué decir sobre el comentario de Las Vegas. Por su cerebro pasó la visión de una versión mayor de Stuart paseando con jóvenes deslumbrantes.

—Sí. Pasábamos los veranos allí —detuvo el cochecito delante de la zona vallada y miró por encima de la barandilla—.



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